Pizza napolitana, empanadas, pastas, ensaladas y sándwiches.

Caminando por las calles de San Telmo, en cualquier momento del día, por las tres grandes ventanas del local, verá el duro trabajo de los cocineros que preparan las especialidades de la casa, utilizando las típicas recetas familiares. Siempre lleno. Tanto en el almuerzo como en la cena. Lo frecuentan los vecinos del barrio y algunos turistas, a lo que verá ya sea con amigos, leyendo un buen libro o mirando la TV que colgada en una esquina del bar. En cuanto al lugar, altos techos de madera, vitrinas y ventanas en color turquesa, mesas de formica, una esgrimidora que podría ser confundida con una vieja registradora, una maquina de expreso que nunca deja de funcionar y un clásico horno de leña a la vista donde se preparan las delicias del bar. Un largo mostrador ocupa el largo del resto, exhibiendo tartas y empanadas hechas diariamente. Un restaurante que además asegura una dosis inolvidable de la hospitalidad porteña. Lo recibirá “La Negra”, la abuela de la familia que administra el bar, que trabaja con sus hijos y nietos, (una de ellas a punto de recibirse de abogada). Encantadora señora que lo recibirá amablemente preguntándole “¿Que te vas a servir corazón?”, en lugar de entregarle la convencional carta……